
Cuando dos personas deciden formar un familia es porque la relación entre ambos es equilibrada, pero pronto llegan los problemas y éstos pueden desembocar en situación de ruptura, separación o divorcia. Es en este momento cuando es necesario un mediador, una tercera persona neutral que se encarga de propiciar decisiones consensuadas para la resolución de esos conflictos.
A este proceso se le llama mediación familiar y gestiona de manera no violenta la resolución de estos conflictos, promoviendo la comunicación y diálogo. En todo momento se refiere a un proceso extrajudicial de carácter contractual, pero no terapéutico. Las características son:
- Carácter voluntario, es decir, todas las partes involucradas deben acudir libremente.
- Ambas partes tienen un papel protagonista en el proceso y son las encargadas de llegar a una solución.
- El mediador no intervendrá en el ámbito emocional, siendo derivadas otra persona especialista si fuera necesario.
- La solución es pactada por las partes y, por tanto, beneficiosa para todos.
- Proceso confidencial, por lo que deben mantener privacidad del contenido tratado.
- Trata de proteger las relaciones para que no sufran un mayor deterioro.
La mediación familiar tiene una primera fase donde se exponen las causas que han motivado al inicio del proceso y, una segunda etapa donde se negocian los puntos de conflicto para llegar a un acuerdo.